Me vi, no tenía ojos, entonces mi mirada se hundió
en mi yo interior y lo escudriñó, ahora lo vomitaré.
No tener ojos causa desesperación, sobre todo si le
das gran valor a tu mirada. Entonces moví los muñones de mis pestañas y párpados
y no sé qué había en su lugar, solo sé que era repugnante seguir intentando
abrir mis ojos, ellos no estaban. No queriendo ver más, decidí cerrar aquello y dirigirme hacia un nuevo
horizonte en donde me sintiera cómoda, solo debía conocer muy bien
ese nuevo terreno. "De ahora en adelante solo vale mi instinto"
repetía al tiempo que innumerables interrogantes me asaltaban.
¿Hacia dónde voy que pueda sentirme a gusto?
En este lamentable estado no puedo correr, no puedo evadir, tengo que asumir.
En este lamentable estado no puedo correr, no puedo evadir, tengo que asumir.
¿Cómo lograré hacerlo? No se asumir.
¿Qué puedo hacer ahora? Veré si aún puedo mirar.
¡Oh! sorpresa, se prendió una luz en mi interior y las mentiras huyeron
velozmente, me daba risa ver el asombro que causó en ellas el encendido repentino
de esa luz interna tan prístina. Luego de
un profundo silencio me encontré transitando por esos intrincados senderos
de mi interior, ese recóndito e intocable lugar
que muchísimas veces he querido ignorar.
Una vez recorridos mis íntimos caminos pude sentir la ausencia
de miedo a mi misma, al principio no podía ni moverme por miedo a tropezar con lo
falso, luego decidí actuar con la verdad y fue así como logré correr y volar en
todas direcciones, al tiempo que todo lo demás se disipaba; así comencé a
sentir sosiego, ahí en ese pequeño y cálido saco de mi misma.
Solo el saco de mí tiene valor,
Solo, el saco de mi pecho,
Sola en el saco de mí pecho,
Mi pecho tiene un saco vacío de mentiras.
Zulay Castañeda H.