jueves, 30 de septiembre de 2010

LIBERTAD DE ELEGIR SER LIBRE.

http://www.facebook.com/notes/zulay-castaneda/libertad-de-elegir-ser-libre/444843143605


Muchos pensadores coinciden en  una misma  idea sobre la libertad a la que todo ser humano tiene derecho, que  se posee aún sin notarlo y que sin embargo cuando  se siente que puede perderse, se lucha ferozmente por ella. No me refiero en este caso  solo a la “libertad física”, sino también a la capacidad de “autodeterminación”, a la libertad de elegir ser libre,  de decir y de crear lo que desees    y no lo que te imponga una sociedad, un régimen o una simple tendencia o movimiento cultural.

    Es por ello que resulta sumamente importante huir de cualquier circunstancia que nos conduzca a la alienación. Es preciso defender nuestras convicciones,  dejar fluir de manera natural nuestra interioridad y sencillamente crear  “un pensamiento nuevo cada día”

    Considero que disponiendo de libertad es preciso que demos importancia al uso que hacemos de ella, ya que la libertad no es un fin en si misma, su fin está dado por el valor, que a su vez determina su altura. Revisando un poco el pensamiento de Frondizi encontramos:

“El concepto técnico y filosófico de libertad es la autonomía de escoger” esto es “determinarse a si mismo a querer, en el sentido amplio de escoger”  (…) “La creación se inspira  y mide por el valor que representa, pero también requiere libertad. No se puede crear por decreto. La   creación exige libertad y convencimiento interior en la obra que se realiza”  Frondizi R. (1992)

FRONDIZI Risieri, Introducción a los Problemas Fundamentales del Hombre”, Fondo de Cultura Económica, 1992 (p. 462).



lunes, 27 de septiembre de 2010

Dibujar con el lado derecho del cerebro - Método de Betty Edwards

http://eugeniousbi.tripod.com/

Pisando firme- caminando sobre mis huesos. MOV


En la quietud de mi taller camino y camino, algunas veces sobre elementos frágiles, solo hay que saber pisar sin miedo, caminar con paso firme.
Una de mis mascotas asaltó mi "Taller en Fa" -aún no sé cuál de ellos- robándose una maraña de huesos y dejándola abandonada en el patio lo que dio origen a esta acción.
La llovizna suave, después de muchos días sin agua del cielo, me animó a caminar sobre mis huesos, a deconstruir mi obra, a rescatarla de sus astillas de huesos rotos, como los míos luego de mi largo y divertido caminar por la vía, a hacerla resurgir, resucitarla y con ella yo; lo que en un segundo me consternó, luego me llevó a reflexionar de manera fugaz y decidida. Volví a sonreír, comprendí que mi humanidad no pesa nada, que soy liviana, que no rompo huesos pero sobre todo que sigo viva. Me di cuenta que veo muertos, que soy frágil y vulnerable. Por todo ello solo vivo el instante presente, amo lo que hago; procuro siempre estar en conexión con Aquel superior que lo mueve todo, Él por encima de mi cabeza.

Instalaciones de Arte Contemporáneo.- Últimas tendencias

http://www.google.co.ve/images?hl=es&q=instalaciones+de+arte+contemporaneo&um=1&ie=UTF-8&source=univ&ei=WqGgTLnKFsHcnAeop9X8DA&sa=X&oi=image_result_group&ct=title&resnum=5&ved=0CDwQsAQwBA&biw=1022&bih=640




Una y tres sillas. 1965. Instalación. Kosuth, J.




http://cv.uoc.edu/~04_999_01_u07/percepcions/perc130b.html




 Joseph Kosuth: Una y tres sillas.

Joseph Kosuth: Una y tres sillas. 
1965.
Museo de Arte Moderno, Nueva York. 


A partir de 1965, Joseph Kosuth realiza sus primeras "pre-investigaciones". Estas propuestas consisten en trabajos constituidos por un objeto y sus representaciones: la fotografía y la definición, sacada de un diccionario, fotografiada y ampliada. Una y tres sillas es una de sus piezas más conocidas. Con este tipo de obras, el artista conceptual pone de manifiesto que no es en absoluto necesaria la creación de determinados objetos, pues resulta suficiente la definición de tales objetos. La elección de objetos neutros o cotidianos -sillas en este caso- se relaciona con la necesidad de desacralizar el objeto y alejarlo de cualquier connotación decorativa.
Como afirma el propio Kosuth, "las obras de arte son proposiciones analíticas. Es decir, si son vistas dentro de su contexto -como arte- no proporcionan ningún tipo de información sobre ningún hecho. Una obra de arte es una tautología por ser una presentación de las intenciones del artista, es decir, el artista nos está diciendo que aquella obra concreta de arte es arte, lo cual significa que es una definición del arte. Por eso, que es arte es ya una verdad a priori (que era precisamente lo que Judd quería decir al constatar que "si alguien dice que es arte, lo es")". Reacciona contra el formalismo de las artes objetuales, estableciendo una separación completa entre estética y arte. Apoyada en una escisión previa entre percepción y concepto, conduciendo de este modo el objeto a su máxima desmaterialización.
El arte ante todo, se dedica a crear proposiciones: "una obra de arte es una especie de proposición, presentada dentro del contexto del arte como un comentario sobre arte". El arte conceptual, por tanto, no posee vinculación alguna de tipo referencial con el mundo y las cosas. Al arte no le interesan los resultados obtenidos, sino el operar en sí mismo. El arte sólo existe en el contexto del arte, pues "el arte existe por su propia búsqueda", es una función de sí mismo y de ninguna otra cosa.
Bibliografía
Kosuth, J. (1974), Investigations sur l'art et problématique depuis 1965. París. Musée d'Art Modserne de la Ville de París.
Marchán Fiz, s. (1994), Del arte objetual al arte de concepto. Madrid. Akal. 6ª ed. col. Akal/Arte y estética 4. 483. P
Milleyt, C. (1972), Textes sur l'art conceptuel. París. Ed. De Templon
VV.AA. (1990), L'art conceptuel, une perspective. Catálogo de la exposición. París. Musée d'Art Moderne de la Ville de París.

121 contenedores - Víctor Castro



ESCULTURA SOCIAL

miércoles, 22 de septiembre de 2010

ERICK MIRAVAL: Código Abierto

ESTÉTICA RELACIONAL / NICOLAS BOURRIAUD



Continuación del Prólogo

La estética relacional y el materialismo aleatorio

La estética relacional se inscribe en una tradición materialista. Ser "materialista “no significa quedarse sólo en la pobreza de los hechos, y no implica tampoco esa estrechez de espíritu que consiste en leer las obras en términos puramente económicos. La tradición filosófica en la que se apoya esta estética relacional ha sido notablemente definida por Louis Althusser, en uno de sus últimos textos, como un "materialismo del encuentro" o materialismo aleatorio. Este materialismo toma como punto de partida la contingencia del mundo que no tiene ni origen, ni sentido que le precede, ni Razón que le asigne un objetivo. Así, la esencia de la humanidad es puramente trans-individual, hecha por lazos que unen a los individuos entre sí en formas sociales que son siempre históricas: "la esencia humana es el conjunto de las relaciones sociales" (Marx). No existe la posibilidad de un "fin de la historia", ni un "fin del arte", puesto que la parte se vuelve a comprometer permanentemente en función del contexto, es decir en función de los jugadores y del sistema que construyen o critican. Hubert Damisch veía en las teorías del "fin del arte" el resultado de una gran confusión entre "el fin del juego"(game) y "el fin de la partida" (play): cuando el contexto social cambia radicalmente es una nueva partida lo que se anuncia, sin que el sentido del juego propiamente dicho esté en tela de juicio.7 El juego inter-humano que constituye nuestro objeto -"El arte es un juego entre los hombres de todas las épocas" (Duchamp) - supera sin embargo el marco de lo que comúnmente se llama "arte": las "situaciones construidas" proclamadas por la Internacional situacionista pertenecen entonces a este "juego" a pesar de Guy Debord, que les negaba en última instancia todo carácter artístico, y consideraba la "superación del arte" como una revolución de la vida cotidiana. La estética relacional no constituye una teoría del arte, ya que esto implicaría el enunciado de un origen y de un destino, sino una teoría de la forma. ¿A qué llamamos forma? A una unidad coherente, una estructura (entidad autónoma de dependencias internas) que presenta las características de un mundo: la obra de arte no es la única; es sólo un subgrupo de la totalidad de las formas existentes. En la tradición filosófica materialista que inauguraron Epicuro y Lucrecio, los átomos caen paralelos en el vacío, ligeramente en diagonal. Si uno de esos átomos se desvía de su recorrido, "provoca un encuentro con el átomo vecino y de encuentro en encuentro, una serie de choques y el nacimiento de un mundo". Así nacen las formas, a partir del "desvío" y del encuentro aleatorio entre dos elementos hasta entonces paralelos. Para crear un mundo, este encuentro debe ser duradero: los elementos que lo constituyen deben unirse en una forma, es decir que debe haber posesión de un elemento por otro (decimos que el hielo "se solidifica"). La forma puede definirse como un encuentro duradero. Encuentros duraderos, líneas y colores inscriptos en la superficie de un cuadro de Delacroix, los objetos desechos que aparecen en los "cuadros Merz" de Schwitters, las performances de Chris Burden: más allá de la calidad de la puesta en página o de la puesta en el espacio, se revelan como duraderos a partir de que sus componentes forman un conjunto cuyo sentido "persiste" en el momento del nacimiento, planteando "posibilidades de vida" nuevas. Cada obra es así el modelo de un mundo viable. Cada obra, hasta el proyecto más crítico y más negador, pasa por ese estado de mundo viable, porque hace que se encuentren elementos hasta entonces separados: por ejemplo, la muerte y los medios en Andy Warhol. Deleuze y Guattari no decían otra cosa cuando definían la obra de arte como un "bloque de afectos y de percepciones"8: el arte mantiene juntos momentos de subjetividad ligados a experiencias particulares, ya sean las manzanas de Cézanne o las estructuras rayadas de Buren. La composición de esta argamasa, con la que los átomos llegan a constituirse en mundo, se revela de hecho dependiente del contexto histórico: lo que el público de hoy entiende por "mantener juntos" no es lo mismo que lo que se podía imaginar en el siglo pasado. Hoy, el "pegamento" es menos visible, ya que nuestra experiencia visual se ha vuelto compleja, enriquecida por un siglo de imágenes fotográficas y luego cinematográficas -que introdujeron el plano secuencia como nueva unidad dinámica- permitiéndonos reconocer como "mundo" una colección de elementos dispersos (la instalación por ejemplo) que no reúne ningún material unificador, ningún bronce. Otras tecnologías permitirán quizá que el espíritu humano reconozca tipos de "formas-mundos" aún desconocidos: la informática, por ejemplo, privilegia la noción de programa que modifica la manera en que ciertos artistas conciben su trabajo. La obra de un artista toma así el estatuto de un conjunto de unidades que pueden ser reactivadas por un espectador-manipulador. Insisto entonces, quizá demasiado, sobre lo inestable y lo diverso del concepto de "forma", una noción de la cual podemos percibir la extensión en el famoso mandamiento del fundador de la sociología, Emile Durkheim, que considera los "hechos sociales" como "cosas". Porque la "cosa" artística se plantea a veces como un "hecho" o un conjunto de hechos que se producen en el tiempo o el espacio, sin que su unidad -que hace de ella una forma, un mundo- sea replanteada. El cuadro se abre, después del objeto aislado puede ahora abarcar la escena entera: la forma de la obra de Gordon Matta-Clark o de Dan Graham no se reduce a "cosas" que estos dos artistas "producen"; no es el simple efecto secundario de una composición, como lo desearía una estética formalista, sino el principio activo de una trayectoria que se desarrolla a través de signos, de objetos, de formas y de gestos. La forma de la obra contemporánea se extiende más allá de su forma material: es una amalgama, un principio aglutinante dinámico. 


Una obra de arte es un punto sobre una línea. La forma y la mirada del otro Si, como lo escribe Serge Daney, "toda forma es un rostro que nos mira", ¿qué es entonces una forma cuando está sumergida en la dimensión del diálogo? ¿Qué es una forma que sería relacional en su esencia? Nos parece interesante discutir esta cuestión, tomando como punto de referencia la fórmula de Serge Daney, justamente por su ambivalencia: ya que las formas nos miran, ¿cómo debemos mirarlas nosotros? La forma se define a menudo como un contorno que se opone al contenido. Pero la estética modernista habla de "belleza formal" refiriéndose a una suerte de (con)fusión entre forma y fondo, a una adecuación inventiva de ésta hacia aquélla. Se juzga una obra a través de su forma plástica; la crítica más común, en relación a las nuevas prácticas artísticas, consiste desde ya en negarles toda "eficacia formal" o en subrayar sus carencias en la "resolución formal". Si observamos las prácticas artísticas contemporáneas, más que las "formas", deberíamos hablar de "formaciones", lo opuesto a un objeto cerrado sobre sí mismo por un estilo o una firma. El arte actual muestra que sólo hay forma en el encuentro, en la relación dinámica que mantiene una propuesta artística con otras formaciones, artísticas o no. No existen formas en la naturaleza, en estado salvaje, ya que es nuestra mirada la que las crea, recortándolas en el espesor de lo visible. Las formas se desarrollan unas a partir de otras. Lo que ayer era considerado como informe o "informal", ya no lo es hoy. Cuando la discusión estética evoluciona, el estatuto de la forma evoluciona con ella y por ella. En las novelas de Witold Gombrowicz se ve cómo cada individuo genera su propia forma a través de su comportamiento, su manera de presentarse y de dirigirse a los demás. La forma nace en esa zona de contacto en la cual el individuo lucha con el Otro, para imponerle lo que cree ser su "ser". Nuestra "forma" es entonces, para Gombrowicz, únicamente una propiedad relacional que nos liga con aquellos que nos transforman en cosa al mirarnos, retomando la terminología sartreana. El individuo, cuando cree estar mirándose objetivamente, sólo está mirando el resultado de perpetuas transacciones con la subjetividad de los demás. 

Para algunos, la forma artística escaparía a esta fatalidad por estar mediatizada por una obra. Nuestra convicción, por el contrario, es que la forma toma consistencia, y adquiere una existencia real, sólo cuando pone en juego las interacciones humanas; la forma de una obra de arte nace de una negociación con lo inteligible. A través de ella, el artista entabla un diálogo. La esencia de la práctica artística residiría así en la invención de relaciones entre sujetos; cada obra de arte en particular sería la propuesta para habitar un mundo en común y el trabajo de cada artista, un haz de relaciones con el mundo, que generaría a su vez otras relaciones, y así sucesivamente hasta el infinito. Estamos aquí en las antípodas de esa versión autoritaria del arte que descubrimos en los ensayos de Thierry de Duve, 9para quien toda obra no es más que una "suma de juicios" históricos y estéticos enunciados por el artista en el acto de realización. Pintar sería entonces inscribirse en la historia a través de elecciones plásticas. Estamos en presencia de una estética fiscalizadora, en la cual el artista está frente a la historia del arte en plena autarquía de sus convicciones; una estética que rebaja la práctica artística al nivel de una crítica histórica sumarial: el "juicio" práctico es perentorio y definitivo, es la negación del diálogo que sólo concede a la forma un estatuto productor, el de un "encuentro". La intersubjetividad, en el marco de una teoría "relacionista" del arte, no representa solamente el marco social de la recepción del arte, que constituye su "campo" (Bourdieu), sino que se convierte en la esencia de la práctica artística. Es por el efecto de esta invención de relaciones que la forma se transforma en "rostro", como decía Daney. Esta fórmula nos recuerda por supuesto lo que sirve de base al pensamiento de Emmanuel Levinas, para quien el rostro representa el signo de lo éticamente prohibido. El rostro, dice Levinas, es "lo que me obliga a servir al otro", "lo que nos prohíbe matar". Toda "relación intersubjetiva" pasa por la forma del rostro, que simboliza la responsabilidad que nos incumbe en función del otro: "lo que nos une al otro es la responsabilidad".10 Pero, ¿la ética no tendría acaso otro horizonte que este humanismo que reduce la intersubjetividad a una suerte de inter servidumbre? ¿La imagen, metáfora del rostro según Daney, no sería entonces sólo capaz de producir lo prohibido a través del peso de la "responsabilidad"? Cuando Daney explica que "toda forma es un rostro que nos mira" no nos dice únicamente que somos responsables. Para estar seguros, basta con volver al significado profundo de la imagen de Daney: para él, "inmoral" cuando nos sitúa "allí donde no estábamos", cuando "toma el lugar de otra".11 No se trata solamente, para Daney, de una referencia a la estética Baziniana-Rosselliniana que postula el "realismo ontológico" del arte cinematográfico, aunque esté en el origen de su pensamiento. Según él, la forma, representada en una imagen no es otra cosa que la representación del deseo: producir una forma es inventar encuentros posibles, es crear las condiciones de un intercambio, algo así como devolver la pelota en un partido de tenis. Si vamos más allá del razonamiento de Daney, la forma es la delegada del deseo en la imagen. Es el horizonte a partir del cual la imagen puede tener un sentido, mostrando un mundo deseado, que el espectador puede entonces discutir, y a partir del cual su propio deseo puede surgir. Este intercambio se resume en un binomio: alguien muestra algo a alguien que se lo devuelve a su manera. La obra busca captar mi mirada como el recién nacido "busca" la de su madre: Tzvetan Todorov explicó, en "La vida en común", que la esencia de lo social necesita del reconocimiento, mucho más que de la competencia o la violencia.12 Cuando un artista nos muestra algo despliega una ética transitiva que ubica su obra entre el "mírame" y el "mira esto". Los últimos textos de Daney lamentan el fin de la dupla "Mostrar/Ver" que representaba la esencia de una democracia de la imagen en favor de otra dupla televisiva y autoritaria, "Promover/Recibir", que marca el ascenso de lo "Visual". En el pensamiento de Daney toda forma es un rostro que me mira ya que me llama para dialogar con ella. La forma es una dinámica que se inscribe a la vez, o quizás cada vez, en el tiempo o en el espacio. La forma sólo puede nacer de un encuentro entre dos planos de la realidad: porque la homogeneidad no produce imágenes, sino lo visual, es decir "información sin fin" A través de estos servicios, el artista corrige las fallas del lazo social: la forma se convierte entonces realmente en ese "rostro que me mira". Esa fue la modesta ambición de Christine Hill, que se abocó a las tareas más subalternas -hacer masajes, lustrar zapatos, ser cajera de supermercado, animar reuniones de grupos, etc.- movilizada por la angustia que provoca el sentimiento de inutilidad. Con gestos pequeños el arte, como programa angelical, realiza un conjunto de tareas al lado o por debajo del sistema económico real con el fin de zurcir pacientemente la trama relacional. Carsten Höller, por su parte, aplicó su formación científica de alto nivel inventando situaciones u objetos que ponen en juego el comportamiento humano: una droga que provoca el sentimiento amoroso, escenografías barrocas o experimentos paracientíficos. Otros, como Henry Bond y Liam Gillick, en el marco del proyecto Documents, comenzado en 1990, ajustaron su función a un contexto preciso: a medida que la información "caía" en los teletipos de las agencias de prensa, Bond y Gillick ponían en relación el acontecimiento al mismo tiempo que sus "colegas" y lograban una imagen totalmente desfasada de los criterios habituales de la profesión. En todo caso, Bond y Gillick aplicaban estrictamente los métodos de producción de la prensa, como Peter Fend con su sociedad OECD, o Niek Van de Steeg situado en las condiciones de trabajo del arquitecto. Estos artistas, que actúan en el interior del mundo del arte según los parámetros de "mundos" heterogéneos, introducen universos relacionales regidos por la noción de cliente, encargo, proyecto. Cuando Fabrice Hybert expuso en el Museo de arte moderno de París (febrero de 1995) el conjunto de sus productos industriales, reales o metafóricos, enviados directamente por los fabricantes y destinados a la venta por intermedio de su sociedad "UR" (Unlimited Responsibility), situó al espectador en un lugar incómodo. El proyecto, tan alejado del ilusionismo de Guillaume Bijl como de una reproducción mimética de los intercambios mercantiles, se interesaba por la dimensión del deseo en la economía. Por medio de su actividad comercial -importación y exportación de asientos del Magreb- transformando el Museo de arte moderno de París en supermercado, Huybert definió el arte como una función social entre otras, permanente "digestión de datos" cuyo objetivo sería volver a encontrar los "deseos iniciales que precedieron la fabricación de los objetos". ¿Cómo ocupar una galería? Los intercambios entre las personas, en el espacio de la galería o del museo, se revelan también susceptibles de servir como materia bruta para un trabajo artístico. La inauguración forma parte a menudo del dispositivo de la exposición, un modelo de circulación ideal del público: la de L'exposition du vide de Yves Klein, en abril de 1958, fue un prototipo. Desde la presencia de la guardia republicana a la entrada de la galería Iris Clert, hasta el trago azul que se les ofrecía a los visitantes, Klein trató de controlar todos los aspectos de la rutina del protocolo de una inauguración, dándoles una función poética que abarcaba su objeto: el vacío. El trabajo de Julia Scher, Security by Julia, consistió en ubicar, en distintos lugares de la exposición, dispositivos de vigilancia, lo que podría ser un eco: el flujo humano de los visitantes, y su regulación posible, se convierte entonces en la materia prima y en el tema de la obra. Y entonces, la totalidad del proceso de la exposición se encuentra "ocupada" por el artista. En 1962, Ben vivió y durmió en la galería One, en Londres, durante quince días, con sólo algunos accesorios indispensables. En Niza, en agosto de 1990, Pierre Joseph, Philippe Parreno y Philippe Perrin "habitaron" también la galería Air de Paris, en sentido estricto y figurado, con la exposición Les ateliers du Paradise. No se trataba de una nueva versión de la performance de Ben; los dos proyectos se referían a universos relacionales radicalmente diferentes, tan divergentes en cuanto a su fundación ideológica y estética como pueden serlo sus respectivas épocas. Cuando Ben vivía en la galería, quería destacar que el dominio del arte estaba en expansión, abarcando incluso el acto de dormir y desayunar del artista. En cambio, cuando Joseph, Parreno y Perrin ocuparon la galería lo hicieron para armar un taller de producción, un espacio "fotogénico" co-dirigido con "el que mira", a través de juegos de roles precisos. En la inauguración de los Ateliers du Paradise, cada uno estaba vestido con una remera personalizada ("El miedo", "Lo gótico", etc.); las relaciones que se tejían entre los visitantes se transformaban en un guión-minuto, escrito en directo por la cineasta Marion Vernoux en la computadora de la galería: el juego de las relaciones humanas era así materializado siguiendo los principios de un videojuego interactivo -"película en tiempo real"- vivido y producido por los tres artistas. Intervinieron en él numerosas personas -otros artistas, pero también psicoanalistas, entrenadores y deportistas, amigos, etc.- contribuyendo así a la construcción de un espacio de relaciones. El trabajo "en tiempo real" que tiende a la confusión entre creación y exposición fue utilizado también por Félix González-Torres, Matthew McCaslin y Liz Lamer en la exposición Work. Work in progress. Work en la galería Andrea Rosen (1992), y luego en This is the show and the show is many things en Gand (octubre de 1994) antes de encontrar una forma más teórica en mi exposición Traffic. En estos casos, cada artista podía intervenir durante la exposición para modificar su obra, remplazaría o proponer una actuación o acontecimiento. Cada modificación cambiaba el contexto general y la exposición desempeñaba su papel de manera flexible, el trabajo del artista la privaba de forma. El visitante ocupaba un lugar preponderante ya que su interacción con las obras contribuía a definir la estructura de la exposición. En los Stocks o en los montones de caramelos de González-Torres, por ejemplo, los visitantes -que se enfrentaban a dispositivos que requerían de su decisión- estaban autorizados a llevarse algo (un caramelo, una hoja de papel) de la pieza, que lisa y llanamente desaparecería si cada uno de ellos ejercía su derecho. El artista interpelaba el sentido de la responsabilidad y el visitante debía comprender que su gesto contribuía a la disolución de la obra. ¿Qué postura se debía adoptar frente a una obra que repartía sus componentes al mismo tiempo que buscaba salvar su estructura? Esa misma ambigüedad esperaba "al que mira" al Go-go dancer (1991), un joven en tanga moviéndose sobre un cubo diminuto, o a los Personnages vivants à réactiver que Pierre Joseph alojaba en las exposiciones durante la inauguración: frente a La mendiante agitando su matraca en la exposición No man's time (Villa Arson,1991), sólo se podía desviar la mirada, apabullado por las intenciones estéticas, que transforman sin precaución al ser humano asimilándolo con las obras que lo rodean. Vanessa Beecroft jugaba en un registro similar, aunque manteniendo "al que mira" a cierta distancia: en su primera exposición personal en la galena de Esther Schipper (Colonia, noviembre de1994) la artista sacaba fotos, desplazándose entre unas diez jóvenes ataviadas de la misma manera, con polera, bombacha y peluca rubia, situadas detrás de una barrera que sólo permitía la entrada a la galería a dos o tres personas al mismo tiempo para que vieran la escena desde lejos. Una extraña población frente a la mirada curiosa del espectador- mirón: personajes de Pierre Joseph salidos de un imaginario fantástico popular, dos hermanas gemelas expuestas debajo de dos cuadros por Damien Hirst (Art cologne,1992), una mujer que se desnuda (Dike Blair), un caminante en acción sobre un piso rodante, en un camión con paredes transparentes que muestran el itinerario de un parisino elegido al azar (Pierre Huyghe, 1993), un músico tocando el organito con un mono (Meyer Vaisman, Galería Jablonka,1990), ratones alimentados con queso "Bel Paese" por Maurizio Cattelan, aves emborrachadas por Carsten Hóller con pedazos de pan empapados en whisky (video colectivo Unplugged, 1993), mariposas atraídas por telas monocromáticas embadurnadas de pegamento (Damien Hirst, In and out of love, 1992), animales y humanos cruzándose en galerías que sirven de tubo de ensayo para experimentos sobre el comportamiento individual o social. Cuando Joseph Beuys pasaba unos días encerrado junto a un coyote (like America and America likes me), se entregaba a una demostración de sus poderes, indicando una reconciliación posible entre el hombre y el mundo "salvaje". Por el contrario, en lo que respecta a la mayoría de las piezas ya mencionadas, el autor no tiene una idea preestablecida de lo que va a pasar: el arte se hace en la galería, así como para Tristan Tzara "el pensamiento se hace en la boca"

BOURRIAUD, Nicolás. 2006- 2008. Estética Relacional. Adriana Hidalgo Editores S. A. Argentina


lunes, 20 de septiembre de 2010

ILYA KABAKOV; ARTE DE LA INSTALACIÓN, CONCEPTUALISMO RUSO Y EL PALACIO DE LOS PROYECTOS Por "Adolfo Vásquez Rocca"

http://revista.escaner.cl/node/598


1.- Del arte de instalación al coleccionismo; memoria, imagen y narración


  • Las raíces de la instalación en occidente descansa en los Happenings y en las acciones de Arte; la instalación es producto de lo que queda de algunos eventos congelados en el tiempo, como sucede en las instalaciones de Beuys, Kounellis y Merz. El origen de las instalaciones de Europa oriental reside en la pintura. La instalación occidental se orienta hacia el objeto, hacia la apariencia de los diferentes objetos después de la acción. La instalación en Europa oriental se dirige hacia el espacio, hacia la atmósfera de una situación particular. Tal es el caso del del maestro ucraniano Ilya Kabakov que aquí presentamos. Aquí nos referiremos al  sentido del arte conceptual (–arte de la indigencia– en su caso) del pintor y artista conceptual ucraniano Ilya Kabakov, marcado por el el análisis social que ha llevado a cabo a través de ambientes e instalaciones efímeras que requerían de la participación activa del espectador. Sus obras, como emigrante soviético que llega a Europa hacia 1987, hacen referencia en múltiples ocasiones a sus orígenes y el repertorio visual de la Unión Soviética, quedando a la posteridad como cronista del desmembramiento y últimos días del sistema soviético pero dando alas siempre a un proyecto utópico, nunca derrotista, pues la alusión que hace a los sueños en muchas de sus instalaciones convierte a Kabakov en un hijo perdido del surrealismo que pierde los pasos en nuestro mundo real.


http://image.guardian.co.uk/sys-images/Arts/Arts_/Pictures/2007/10/30/broken.jpg

Diccionario de arte

http://www.portaldearte.cl/indices/terminos.htm


Huella estilística
Se puede denominar así al estilo particular que instaura un artista en el interior de su obra, de tal manera, que la hace perfectamente reconocible como "su" producción.

Este reconocimiento funciona por medio del gesto, las técnicas, un tema particular desarrollado en las obras, etc. Hay que tener en cuenta que una "huella estilística" no asegura que la obra no sea falsificable; sólo determina el sello, la labor particular del autor.

Por ejemplo, la pintura de Mondrian marca todo un estilo que es reconocido en su persona. Sin perjuicio de lo anterior, algunos artistas de transvanguardia intentan precisamente huir de sus propias marcas identificatorias, cambiando de estilo y de técnica entre una producción y otra.



Piet Mondriand

La instalación, una obra que existe mientras se exhibe






Instalaciones
Estructuras artísticas complejas, que comprenden videos exhibidos en uno o varios monitores, diversos objetos, y otras manifestaciones plásticas; por lo general, incorporan también al espectador, por la vía de circuitos cerrados de TV.
Todos estos elementos son integrados en un espacio físico (sala de galería o museo), con una intención unitaria que se mantiene mientras existe la instalación, ya que una vez desmontada, deja de existir, para quedar solamente registrada en fotos o videos.

Cuerpos Blandos
Obra de Juan Pablo Langlois

Instalaciones

http://digitalmediavalencia.blogspot.com/2008/05/instalacin-nacho-ruiz-espaa.html

http://digitalmediavalencia.blogspot.com/2008/05/instalacin-daniel-reyes-len-chile.html

jueves, 16 de septiembre de 2010

Retrato de una joven', de Corot, aparece entre unos arbustos en Nueva York

http://www.rtve.es/noticias/20100916/retrato-joven-corot-aparece-entre-unos-arbustos-nueva-york/354521.shtml



  • Lo encontró el portero de un lujoso edificio, que pensó que sería de un inquilino
  • El cuadro estaba en paradero desconocido desde hacía más de un mes
Ampliar foto'Retrato de una joven', de Corot
’Retrato de una joven’, de Corotnoticias
EFE - NUEVA YORK 16.09.2010 - 20:53h
El portero de un lujoso edificio de Nueva York ha encontrado entre unos arbustos el valioso cuadro del pintor francés Jean-Baptiste-Camille Corot Retrato de una jovenque estaba en paradero desconocido desde hacía más de un mes.
Según publica este jueves el diario The New York Times, Franklin Puentes, portero de un inmueble del lujoso barrio del Upper East Side, recogió la obra de arte de la calle, creyendo que podía ser de alguno de los inquilinos del edificio en el que trabaja, por lo que lo guardó hasta que encontrase a su propietario.
Después de regresar de unas vacaciones, Puentes supo a través de los medios de la desaparición del famoso cuadro y decidió llevar a la policía el retrato, fechado en el siglo XIX y valorado entre 500.000 y 700.000 dólares.

Siete horas de interrogatorio

"Me siento muy mal, no tengo comentarios", declaró Puentes al rotativo neoyorquino, al que añadió: "Por lo que a mí respecta, actué conforme a la ley".
Después de siete horas de interrogatorio en la comisaría y de que la policía haya realizado algunas pesquisas, varios oficiales creen que el conserje está diciendo la verdad y que se confirma así la versión del marchante del cuadro, James Carl Haggerty.
El marchante afirmó haber perdido el cuadro "porque había bebido demasiado", después de habérselo enseñado a un potencial comprador en el hotel Mark, también en el barrio del Upper East Side.
Las cámaras de vigilancia del hotel muestran que el marchante salió del edificio portando el cuadro, mientras que en el vídeo que lo capturó llegando a su casa aparece sin la obra de arte en sus manos.

Resumen Normas APA- UPEL

file:///C:/Users/Administrator/Documents/Normas%20Apa%20Upel.htm

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Recurso educativo "Crear un Blog"

¿Es prescindible mi obra?, ¿Cual es mi aporte ?

Escrito por Hugo Daniel Lafranconi el 24/07/2008
La pregunta es simple y se refiere a lo que cada uno hace: El arte puede prescindir de su obra? Su aporte es necesario? Lo suyo cambia algo? Es una bisagra histórica? Puede existir un antes y un después de usted?
Por favor, los invito a tomar estas preguntas como una posibilidad para la reflexión sobre el propio hacer y no como una rendición pública de cuentas.

Durante mucho tiempo me he preguntado para que pinto y con respecto a la producción artística de la humanidad, estoy totalmente seguro que mi obra es prescindible. Sin embargo hay una necesidad profunda que me lleva a hacerlo y si no lo hiciera, seguramente moriría o mi vida carecería de sentido.

Por lo menos una vez al día, nos miramos en el espejo o al menos vemos reflejada nuestra imagen en una vidriera o un charco de agua. Sin embargo nos resultaría difícil hacer nuestro retrato sin concentrarnos en el propio rostro, descubriendo como novedoso lo que durante años miramos sin ver.

La cuestión planteada en este debate tiene que ver con esa especial manera de mirar. Con la posibilidad de ver.
En Argentina, palabras atribuidas al General San Martín dicen: -No pinta quién tiene ganas, sino quién sabe pintar.
Aunque estas palabras mantienen su proverbial vigencia, en nuestra cultura "pinta quién tiene ganas".
Algunos como pasa tiempo, otros como pagando una deuda pendiente. Hay quienes lo tienen como terapia y los que aseguran que es muy divertido. Nadie lo prohibe y está bien que así sea.

La pregunta del encabezado no es sobre lo bien que hace pintar, sino, cual es el aporte que cada uno hace, si es que lo hay.
Los que han participado hasta ahora ayudan con sus comentarios a focalizar la cuestión.
Hablan de necesidad, sinceridad, originalidad, autenticidad y hasta puedo leer entre líneas, modestia.
Aparecen de esta forma ciertos opuestos no comprobados como tales aún: diversión/entrega, pasa tiempo/profundidad, liviandad/pasión, anonimato/trascendencia, entre otros.
Queridos amigos: les pido ayuda. Creo bueno y positivo que podamos sumar pensamientos en voz alta, sin miedos, sin vergüenza, sin censuras. Pensar en el otro lo que sucede en el nosotros y devolver su rostro con el espejo de todos. Ver y vernos. Compartir. Aportar.

Querido agosto 12, perdón, octubre 17: Seguramente hay cosas para analizar mejores que estas: el hambre en el mundo, las guerras, la violencia, la falta de comunicación, el gusto de la sal, el sexo de los ángeles y el porque la tostada cae con la manteca contra el piso.
El tema es que cada quién debe analizar aquello que le resulte, no interesante, sino vital.
No iba caminando y de repente se me cruzó una idea a manera de hoja movida por la brisa. Las preguntas que me hago, insistentemente han ocupado mi quehacer artístico. Mi vida.
Sin obtener una respuesta, por mas que quiera no podría dejar de hacerlas. No son caprichos que me impongo, que elijo. Soy elegido por ellos
Por otra parte, debo saber si lo que a mi me ocurre es solo mio, o si a los demás también las pasa.
Para decirlo tontamente: - ¿Si uno no pregunta, como aprende?
Aunque tarde, ¡Felices 24! Le debemos el brindis.




Arte, Ciencia y Filosofía, tres grandes ramas del conocimiento.



Mtra. Ma. Guadalupe Zúñiga VázquezRectora de la Región Ciudad de México


En la actualidad hay indicios de un fenómeno decisivo: la futura reconciliación entre Arte y Ciencia, dos grandes ramas del conocimiento que nacieron de un tronco común y coexistieron durante muchos siglos, para después separarse y dar lugar a que el Arte acaparara la sensibilidad y la Ciencia la racionalidad.
Para Felix Guattari y Gilles Deleuze existen tres formas del conocimiento: La Filosofía, concentrada en la creación de conceptos; la Ciencia abocada a desmenuzar los sistemas de referencia de los objetos de estudio, y el Arte cuyo papel está encaminado a la verdadera unidad. Planteada así, la finalidad del Arte constituye una conquista del precepto a partir de los estados del sujeto y sus percepciones.
Estos tres tipos del pensamiento no caminan en forma paralela, pero pueden entrecruzarse. Expresiones como Pintura, Fotografía, Arquitectura, Artes Visuales y del Vestir, Antropología y Literatura, permiten sumergirse en las formas fundamentales de expresión y comprender el arte, no como un hecho aislado, sino como consecuencia de una época y manifestación de una cultura.
Las Instituciones de Educación Superior, ideadas como medio para generar y asimilar el conocimiento humano, constituyen el modelo más generalizado de preparación de hacedores de cultura, a través de la formación de científicos y humanistas, así como de divulgadores de la cultura en general.


Disponible en:



Criterios de Evaluación

1. -    Elaboración del Blog.  1pto
2. -    Inclusión de imágenes. (Fotos, vídeos) 2 ptos
3.-    Descriptores. 1 pto
4.-     Antecedentes personales. 2ptos
5.-     Antecedentes históricos. 2 ptos
6.-     Resumen de la propuesta. 3ptos
7. -    Comentario a /de un compañero sobre su propuesta plástica. 2ptos
8.-     Bibliografía comentada. 2 ptos
9.  -    Publicación de lecturas relacionadas con su investigación. 2ptos
10.- Participación en el proceso de discusión en clase, e inclusión progresiva de la información en el blog. 3 ptos.
Disponible en: http://investigarte.blogspot.com/2007/05/investigacin-el-artes-plsticas.html

martes, 14 de septiembre de 2010

PENSAMIENTO LATINOAMERICANO Y ALTERNATIVO

http://www.cecies.org/index.asp

Coronada con mis espinas

POST PRODUCCIÓN / Nicolas Bourriaud



La cultura como escenario: modos en que el arte reprograma el mundo contemporáneo
Nicolas Bourriaud

Adriana Hidalgo editora
Es sencillo, el ser humano produce obras, y bien, se ha hecho lo que se tiene que hacer, las aprovechamos para nosotros. /Serge Daney

Introducción
   "Post producción" es un término técnico utilizado en el mundo de la televisión, el cine y el video. Designa el conjunto de procesos efectuados sobre un material grabado: el montaje, la inclusión de otras fuentes visuales o sonoras, el subtitulado, las voces en off, los efectos especiales. Como un conjunto de actividades ligadas al mundo de los servicios y del reciclaje, la post producción pertenece pues al sector terciario, opuesto al sector industrial o agrícola de producción de materias en bruto.
   Desde comienzos de los años noventa, un número cada vez mayor de artistas interpretan, reproducen, reexponen o utilizan obras realizadas por otros o productos culturales disponibles. Ese arte de la post producción responde a la multiplicación de la oferta cultural, aunque también más indirectamente respondería a la inclusión dentro del mundo del arte de formas hasta entonces ignoradas o despreciadas. Podríamos decir que tales artistas que insertan su propio trabajo en el de otros contribuyen a abolir la distinción tradicional entre producción y consumo, creación y copia, ready-made y obra original. La materia que manipulan ya no es materia prima. Para ellos no se trata ya de elaborar una forma a partir de un material en bruto, sino de trabajar con objetos que ya están circulando en el mercado cultural, es decir, ya informados por otros.        
Las nociones de originalidad (estar en el origen de...) e incluso de creación (hacer a parir de la nada) se difuminan así lentamente en es re nuevo paisaje cultural signado por las figuras gemelas del deejay  y del programador, que tienen ambos la tarea de seleccionar objetos culturales e insertarlos dentro de contextos definidos.
   Estética relacional, un libro que de alguna manera se continúa en éste, describía la sensibilidad colectiva en el interior de la cual se inscriben las nuevas formas de la práctica artística. En ambos casos, se toma como punto de partida el espacio mental mutante que le abre al pensamiento la red de internet, útil central de la era de la información a la que hemos ingresado. Pero Estética relacional examinaba el aspecto convivial e interactivo de esa revolución (por qué los artistas se dedican a producir modelos de sociabilidad, situándose dentro de la esfera interhumana), mientras que Post producción recoge las formasde saber generadas por la aparición de la red, en una palabra, cómo orientarse en el caos cultural y cómo deducir de ello nuevos modos de producción. Efectivamente no puede sino sorprendemos el hecho de que las herramientas más frecuentemente utilizadas para producir tales modelos relacionales sean obras y estructuras formales preexistentes, como si el mundo de los productos culturales y de las obras de arte constituyera un estrato autónomo apto para suministrar instrumentos de vinculación entre los individuos; como si la instauración de nuevas formas de sociabilidad y una verdadera crítica de las formas de vida contemporáneas se diera por una actitud diferente con respecto al patrimonio artístico, mediante la producción de nuevas relaciones con la cultura en general y con la obra de arte en particular.
    Algunas obras emblemáticas permiten esbozar los límites de una tipología de la post producción.
a- Reprogramar obras existentes
b- Habitar estilos y formas historizadas
c- Hacer uso de las imágenes
d- Utilizar a la sociedad como un repertorio de las formas
e- Investir la moda, los medios masivos
  Todas estas prácticas artísticas, aunque formalmente muy heterogéneas, tienen en común el hecho de recurrir a formas ya producidas. Atestiguan una voluntad de inscribir la obra de arte en el interior de una red de signos y de significaciones, en lugar de considerada como una forma autónoma u original. Ya no se trata de hacer tabla rasa o crear a partir de un material virgen, sino de hallar un modo de inserción en los innumerables flujos de la producción. "Las cosas y las ideas", escribe Gilles Deleuze, "brotan o crecen por el medio, y es allí donde hay que instalarse, es siempre allí donde se hace un pliegue."
 l. La pregunta artística ya no es: “qué es lo nuevo que se puede hacer”, sino más bien:"¿qué se puede hacer con?". Vale decir: ¿cómo producir la singularidad, cómo elaborar el sentido a partir de esa masa caótica de objetos, nombres propios y referencias que constituye nuestro ámbito cotidiano? De modo que los artistas actuales programan formas antes que componerlas; más que transfigurar un elemento en bruto (la tela blanca, la arcilla, etc.), Utilizan lo dado. Moviéndose en un universo de productos en venta, de formas preexistentes, de señales ya emitidas, edificios ya construidos, itinerarios marcados por sus antecesores, ya no consideran el campo artístico (aunque podríamos agregar la televisión, el cine o la literatura) como un museo que contiene obras que sería preciso citar o "superar", tal como lo pretendía la ideología modernista de lo nuevo, sino como otros tantos negocios repletos de herramientas que se pueden utilizar, stock de datos para manipular, volver a representar y poner en escena.
   El prefijo "post" no indica en este caso ninguna negación ni superación, sino que designa una zona de actividades, una actitud. Las operaciones de las que se trata no consisten en producir imágenes de imágenes, lo cual sería una postura manierista, ni en lamentarse por e! hecho de que todo "ya se habría hecho", sino en inventar protocolos de uso para los modos de representación y las estructuras formales existentes. Se trata de apoderarse de todos los códigos de la cultura, de todas las formalizaciones de la vida cotidiana, de todas las obras de! patrimonio mundial, y hacerlos funcionar. Aprender a servirse de las formas, a lo cual nos invitan los artistas de los que hablaremos, es ante todo saber apropiárselas y habitadas. La práctica del D J, la actividad de un web surfer y la de los artistas de la post producción implican  una figura similar del saber, que se caracteriza por la invención de itinerarios a través de la cultura.                             
Gilles  Deleuze, Pourparlm, Minuit, París, p. 219 [ha)' edición en castellano en Pre – Textos    
   Los tres son semionautas que antes que nada producen recorridos originales entre los signos. Toda obra es el resultado de un escenario que el artista proyecta sobre la cultura, considerada como el marco de un relato -que a su vez proyecta nuevos escenarios posibles en un movimiento infinito. El DJ activa la historia de la música copiando/pegando trozos sonoros, poniendo en relación productos grabados. Los mismos artistas habitan activamente las formas culturales y sociales. El usuario de Internet crea su propio sitio o su homepage; conducido incesantemente a recortar las informaciones obtenidas, inventa recorridos que podrá consignar en sus bookmarks y reproducir a voluntad. Cuando pone en un motor de búsqueda un nombre o una temática, una miríada de informaciones surgida de un laberinto de bancos de datos se inscribe sobre la pantalla. El internauta imagina vínculos, relaciones justas entre sitios dispares. El sampler, máquina de reformulación de productos musicales, implica también una actividad permanente; escuchar discos se vuelve un trabajo en sí mismo, que atenúa la frontera entre recepción y práctica produciendo así nuevas cartografías del saber. Ese reciclaje de sonidos, imágenes o formas implica una navegación incesante por los meandros de la historia de la cultura -navegación que termina volviéndose el tema mismo de la práctica artística. ¿No es el arte, en palabras de Marcel Duchamp, "un juego entre todos los hombres de todas las épocas"?                               La post producción es la forma contemporánea de ese juego. 
   Cuando un músico utiliza un sample, sabe que su propio aporre podrá ser retomado y servir como material de base para una nueva composición. Él o ella considera normal que el tratamiento sonoro aplicado al trozo escogido pueda a su vez generar arras interpretaciones, y así sucesivamente. Con las músicas surgidas del sampling, el fragmento no representa nada más que un punto que sobresale en una cartografía móvil. Está inmerso en una cadena y su significación depende en parte de la posición que ocupa en ella. De la misma manera, en un foro de discusión on line, un mensaje adquiere su valor en el momento en que es retomado y comentado por alguien más. Así la obra de arte contemporánea no se ubicaría como la conclusión del "proceso creativo" (un "producto finito" para contemplar), sino como un sitio de orientación, un portal, un generador de actividades. Se componen combinaciones a partir de la producción, se navega en las redes de signos, se insertan las propias formas en líneas existentes.
   Lo que aúna todas las figuras del uso artístico del mundo es esa difuminación de las fronteras entre consumo y producción. "Incluso si es ilusorio y utópico", explica Dominique Gonzalez Foerster, lo importante es introducir una especie de igualdad, suponer que entre yo -que estoy en el origen de un dispositivo, de un sistema- y el otro, las mismas capacidades, la posibilidad de una idéntica relación, le permiten organizar su propia historia como respuesta a la que acaba de ver, con sus propias referencias."2

Catálogo de la exposición "Dominique Gonza!e7.~Foerster, Pierre Huygbe, Philippe Parreno", Museo de Arfe moderno de la Ciudad de París, 1999, p. 82.
   
   En esta nueva forma de cultura que podríamos calificar de cultura del uso o cultura de la actividad, la obra de arte funciona pues como la terminación temporaria de una red de elementos interconectados, como un relato que continuaría y reinterpretaría los relatos anteriores. Cada exposición contiene el resumen de otra; cada obra puede ser insertada en diferentes programas y servir para múltiples escenarios. Ya no es una terminal, sino un momento en la cadena infinita de las contribuciones.
  La cultura del uso implica una profunda mutación del estatu10 de la obra de arte. Superando su papel tradicional, en cuanto receptáculo de la visión del artista, funciona en adelante como un agente activo, una partitura, un escenario plegado, una grilla que dispone de autonomía y de materialidad en grado diversos, ya que su forma puede variar desde la mera idea hasta la escultura o el cuadro. Al convertirse en generador de comportamientos y de potenciales reutilizaciones, el arte vendría a contradecir la cultura “pasiva” que opone las mercancías y sus consumidores, haciendo funcionar las formas dentro de las cuales se desarrollan nuestra existencia cotidiana y los objetos culturales que se ofrecen para nuestra apreciación. 


   ¿Y acaso hoy podría compararse la creación artística con un deporte colectivo, lejos de la mitología clásica del esfuerzo solitario? "Los observadores hacen los cuadros", decía Marcel Duchamp; y es una frase incomprensible si no la remitimos a la intuición duchampiana del surgimiento de una cultura del uso, para la cual el sentido nace de una colaboración, una negociación entre el artista y quien va a contemplar la obra. ¿Por qué el sentido de una obra no provendría del uso que se hace de ella tanto como del sentido que le da el artista? Éste es el sentido de lo que podríamos aventurarnos a llamar un comunismo formal.

1
EL USO DE LOS OBJETOS

   La diferencia entre los artistas que producen obras a partir de objetos ya producidos y los que actúan ex nihilo es la que percibía Karl Marx en La ideología alemana entre "los instrumentos de producción naturales" (el trabajo de la tierra, por ejemplo) y "los instrumentos de producción creados por la civilización”. En el primer caso, prosigue Marx, los individuos están subordinados a la naturaleza, En el segundo caso, están en relación con un "producto del trabajo", es decir, con el capital, mezcla de labor acumulada e instrumentos de producción. Entonces "no se mantienen unidos sino por el intercambio", un comercio interhumano encarnado por un término, el dinero.
   El arte del siglo veinte se desarrolla siguiendo un esquema análogo; la Revolución Industrial hace sentir sus efectos pero con retraso. Cuando Marcel Duchamp expone en 1914 un porta botellas y utiliza como "instrumento de producción" un objeto fabricado en serie, traslada a la esfera del arte el proceso capitalista de producción (trabajar a partir del trabajo acumulado) basando el papel del artista en el mundo de los intercambios: se emparenta de pronto con el comerciante cuyo trabajo consiste en desplazar un producto de un sitio a otro.

   Duchamp parte del principio de que el consumo es también un modo de producción, al igual que Marx cuando escribe en su Introducción a la crítica de la economía política que "el consumo es igualmente y de manera inmediata producción; así como en la naturaleza el consumo de elementos y  sustancias químicas es producción de la planta". Sin contar que "en la alimentación, que es una forma de consumo, el hombre produce su propio cuerpo". Así un producto no se volvería realmente un producto sino en el acto de consumo, puesto que "un vestido no se vuelve un vestido real más que en el acto de llevado puesto; una casa deshabitada no es de hecho una casa real". Más aún, al crear la necesidad de una nueva producción, el consumo constituye a la vez su motor y su motivo. Ésa es la primera virtud del readymade: establecer una equivalencia entre elegir y fabricar, consumir y producir. Lo cual es difícil de aceptar en un mundo gobernado por la ideología cristiana del esfuerzo ("Trabajarás con el sudor de tu frente") o la del obrero-héroe stajanovista.
   En su ensayo Artes de hacer, la invención de lo cotidiano,3 Michel de Certeau examina los movimientos disimulados bajo la superficie lisa del par Producción-Consumo, mostrando que el consumidor, lejos de la pura pasividad a la que se lo suele reducir, se dedica a un conjunto de operaciones asimilables a una verdadera "producción silenciosa" y clandestina. Servirse de un objeto es forzosamente interpretarlo. Utilizar un producto a veces traicionar su concepto; y el acto de leer, de contemplar una obra de arte o de mirar un film significa también saber desviarlos: el uso es un acto de micropiratería, e! grado cero de la post producción. Al utilizar su televisor, sus libros, sus discos, el usuario de la cultura despliega así una retórica de prácticas y de "trampas" que se emparenta con una enunciación, un lenguaje mudo cuyas figuras y cuyos códigos es posible inventariar.
Michael de, Ccrtcau, Arts de faire, l'invention du quotidein, Folio essais, Gallimard, Paris, 1980.


   A partir de la lengua que se le impone (el sistema de la producción), el locutor construye sus propias frases (los actos de la vida cotidiana), reapropiándose así de la última palabra de la cadena productiva mediante microbricolages clandestinos. La producción se torna pues "el léxico de una práctica", es decir, la materia mediadora a partir de la cual se articulan nuevos enunciados en lugar de representar un resultado cualquiera. Lo que realmente importa es lo que hacemos con los elementos puestos " nuestra disposición. Somos entonces locatarios de la cultura; la sociedad es un texto cuya regla lexical es la producción, una ley que corroen desde adentro los usuarios supuestamente pasivos a través de las prácticas de post producción. Cada obra, sugiere Michel de Certeau, es habitable a la manera de un departamento alquilado. Al escuchar música, al leer un libro, producimos nuevas materias aprovechando cada vez más medios técnicos para organizar esa producción: zappeadores, grabadores, computadoras, bajadas en MP3, herramientas de selección, de recomposición, de recorte ... Los artistas "postproductores" son los obreros calificados de esa reapropiación cultural.


1. El uso del producto, de Duchamp a Jeff Koons

   La apropiación es en efecto el primer estadio de la post producción; ya no se trata de fabricar un objeto, sino de seleccionar uno entre los que existen y utilizarlo o modificarlo de acuerdo con una intención específica. Marcel Broodthaers decía que "después de Duchamp el artista es el autor de una definición" que vendría a sustituir la de los objetos que escoge. Sin embargo, la historia de la apropiación (que aún no se ha escrito) no es el objetivo de este libro, que sólo destacará algunas de sus figuras útiles para la comprensión del arte más reciente. De modo que si el procedimiento de la apropiación hunde sus raíces en la historia, el relato que vaya ofrecer comienza con el ready-made que representa su primera manifestación conceptualizada, pensada en relación con la historia del arte.
Cuando expone un objeto manufacturado (un portabotellas, un urinario, una pala de nieve) en tanto que obra mental, Marcel Duchamp desplaza la problemática del proceso creativo poniendo el acento sobre la mirada dirigida por el artista hacia un objeto, en detrimento de cualquier habilidad manual. Afirma que el acto de elegir basta para fundar la operación artística al igual que el acto de fabricar, pintar o esculpir: "darle una idea nueva" a un objeto es ya una producción. Duchamp completa así la definición de la palabra "crear": es insertar un objeto en un nuevo escenario, considerarlo como un personaje dentro de un relato

II
EL USO DE LAS FORMAS


1. los años'80 y el nacimiento de la cultura DJ: hacia un comunismo de las formas

Durante los años ochenta, la democratización de la informática y la aparición del sampling permitieron el surgimiento de un paisaje cultural cuyas figuras emblemáticas son los DJs y los programadores. El remixador se ha vuelto más importante que el instrumentista, la fiesta rave más excitante que un recital. La supremacía de las culturas de la apropiación y del reprocesamiento de las formas introduce una moral: las obras pertenecen a todo el mundo, parafraseando a Philippe Thomas. El arte contemporáneo tiende a abolir la propiedad de las formas, en todo caso perturba sus antiguas jurisprudencias. ¿Nos dirigiríamos hacia una cultura que abandonaría el copyright en beneficio de una gestión del derecho de acceso a las obras, hacia una especie de esbozo del comunismo de las formas?
Guy Debord publica en 1956 el Modo de empleo del desvío*: "En su conjunto, la herencia literaria y artística de la humanidad debe ser utilizada con fines de propaganda partidaria. [ ... ] Todos los elementos, tomados de cualquier parte, pueden ser objeto de nuevos abordajes. [ ... ] Todo puede servi Es obvio que no solamente podemos corregir una obra o integrar diferentes fragmentos de obras perimidas dentro de una nueva, sino también cambiar el sentido de esos fragmentos y alterar de todas las maneras que se consideren buenas lo que los imbéciles se obstinan en llamar citas".
   Con la Internacional Letrista y la Internacional Situacionista que le sucede a partir de 1958 aparece pues una noción nueva, la del desvío artístico, que podríamos describir como un uso político del ready-made recíproco de Duchamp (quien daba el ejemplo de un "Rembrandt utilizado como tabla de planchar"). Tal "reutilización de elementos artísticos preexistentes en una nueva unidad" es una de las herramientas que contribuyen a superar la actividad artística como arte "separado" ejecutado por productores especializados. La Internacional Situacionista recomienda el desvío de las obras existentes con miras a "reapasionar la vida cotidiana" privilegiando la construcción de situaciones vividas en desmedro de la fabricación de obras que entrañen la división entre actores y espectadores de la existencia. Para  Debord, Asger Jorn y Gil Wolman, principales artífices de la teoría del desvío, las ciudades, los edificios y las obras deben ser considerados como elementos de decoración o instrumentos festivos y lúdicos. Los situacionistas pregonan la práctica de la deriva, técnica de atravesamiento de los diversos ámbitos urbanos como si se tratara de estudios de cine. Las situaciones que se intentan construir son obras vividas, efímeras e inmateriales, un "arte de la fuga del tiempo" reacio a cualquier fijación. La tarea que se proponen consiste en erradicar con herramientas tomadas del léxico moderno la mediocridad de una vida cotidiana alienada ante la cual la obra de arte cumple la función de pantalla o de premio de consolación, puesto que no representa nada más que la materialización de una falta, "Es curioso, -escribe Anselm Jappe-, observar cuán semejante es la condena situacionista de la obra de arte a la concepció psicoanalítica que ve en la obra la sublimación de un deseo irrealizado."11
Traducimos desvío por detournement porque es su sentido más general, aunque debe tenerse en cuenta para el uso teórico y metáforico del término en los párrafos que siguen sus otras acepciones.: malversación, desfalco, secustro, corrupción, rapto”

   
   El desvío situacionista no representa una opción discrecional dentro de un registro de técnicas artísticas, sino el único modo de utilización posible del arte -que no representa nada más que un obstáculo para la consumación del proyecto vanguardista. Todas las obras del pasado, afirma Asger Jorn en su ensayo Pintura desviada (1959), deben ser "reinvestidas" o desaparecer. Por lo tanto, no puede existir un "arte situacionistaj" sino un uso situacionista del arte que pasa por su depreciación. El Informe sobre la construcción de situaciones... que publica Guy Debord 1957 incita pues a utilizar las formas                                culturales existentes "negándoles todo valor propio". El desvío, como lo precisará más adelante en La sociedad del espectáculo, "no es una negación del estilo, sino el estilo de la negación", que Asger Jorn define como "un juego debido a la capacidad de desvalorización".
   Si bien el desvío de obras preexistentes es un procedimiento que actualmente se utiliza con frecuencia, los artistas ya no recurren a ello para "desvalorizar la obra de arte", sino para hacer uso de ella. De la misma manera que las técnicas dadaístas fueron utilizadas por los surrealistas con un fin constructivo, el arte actual manipula los procedimientos situacionistas sin pretender la abolición total del arte. Señalemos que un artista como Raymond Hains, genial ejecutante de la deriva e instigador de una infinita red de signos interconectados, sería en este caso un precursor. Los artistas ejecutan actualmente la post producción como una operación neutra, de suma cero, allí donde los situacionistas tenían por objeto corromper el valor de la obra desviada, es decir, combatir el capital cultural. Michel de Certeau escribe que la producción es un capital a partir del cual los consumidores pueden realizar un conjunto de operaciones que los convierten en locatarios de la cultura.
   Mientras que las recientes tendencias musicales han banalizado el desvío, las obras de arte ya no se perciben como obstáculos, sino como materiales de construcción. Cualquier D J trabaja hoy a partir de principios heredados de la historia de las vanguardias artísticas; desvío, ready-mades recíprocos o asistidos, desmaterialización de la actividad. Según el músico japonés Ken Ishii, "La historia de la música tecno se asemeja a la de Internet. Ahora cualquiera puede componer músicas infinitamente. Músicas que se fragmentan cada vez más en géneros diferentes de acuerdo con la personalidad de cada uno. El mundo entero estará colmado de músicas diversas, personales, que a su vez inspirarán más y más. Estoy seguro de que en adelante surgirán sin cesar nuevas músicas”.12
   Durante su set, un DJ toca discos, es decir, productos. Su trabajo consiste a la vez en proponer un recorrido personal por el universo musical (su playlist) y enlazar dichos elementos en un determinadoorden, cuidando sus enlaces al igual que la construcción de un ambiente (actúa en caliente sobre la multitud de bailarines y puede reaccionar ante sus movimientos).
11 Anselm Jappe, (Guy Debord, Via valeriano, 1993 (reeditado por Denoël, 2001)
12 Guillaume Bara, La Techno Librio, 1999.
  Además, puede intervenir físicamente en el objeto que utiliza, practicando el .scratching o por medio de toda una serie de acciones (filtros, regulación de los parámetros de la consola de mezcla, ajustes sonoros, etc.), Su set se emparenta con una exposición de objetos que Marcel Duchamp hubiese llamado "ready-mades asistidos"; productos más o menos "modificados" cuyo encadenamiento produce una duración específica, Así se percibiría el estilo de un DJ por su capacidad para habitar una red abierta (la historia del sonido) y por la lógica que organiza los enlaces entre los fragmentos que toca. El deejaying implica una cultura del uso de las formas que vincula entre sí al rap, la música tecno y todos sus derivados posteriores.

   DJ Mark the 45 king: "Yo no robo toda su música, me sirvo de la pista de batería, me sirvo delpequeño bip de aquél, me sirvo de tu línea de bajo, mientras que tú no tienes que hacer ni una jodida cosa más". 1.3
  Clive Campbell, alias Kool Herc, practicaba ya en los años setenta una forma primitiva del sampling, el breakbeat, que consiste en aislar una frase musical y reiterada sin fin, pasando de una copia a otra de un mismo disco de vinilo.
Deejaying y arte contemporáneo: las figuras son similares. Cuando el cross fáder de la consola de mezcla está en el medio, las dos pistas se tocan juntas: Pierre Huyghe presenta juntos una entrevista con John Giorno y un film de Andy Warhol. El pitcher permite controlar la velocidad del disco: 24 Hour Psycho de Douglas Gordon. Toasting, rap, talk over. Angela Bulloch suplanta la banda sonora del film Solaris de Andrei Tarkovski.                                                                                                                                                                               
   Cut: Alex Bag graba pasajes de un programa de televisión; Candice Breitz aísla breves fragmenros de imagen y los empalma. Playlists: Para su proyecto común Cine Libertad Bar Lounge (19%), Douglas Gordon proponía una selección de films censurados en el momento de su aparición, mientras que Rirkrit Tiravanija construía alrededor de esa programación un marco de sociabilidad ..
   En nuestra vida cotidiana, el intersticio que separa a la producción del consumo se achica día a día. Podemos producir una obra musical sin saber tocar una sola nota de música, sirviéndonos de discos existentes. Ms en general, el consumidor customise y adapta los productos que compra a su personalidad o a sus necesidades. El zapping es también una producción, la producción tímida del tiempo alienado del ocio: con el dedo en el botón se construye una programación. Pronto el Do it yourself alcanzará a todas las capas de la producción cultural; los músicos de Coldcut acompañarán sus álbumes Let us play (1997) con un CD-rom que permita que uno mismo remixe las pistas del disco.
El consumidor extático de los años '80 desaparece en favor de un consumidor inteligente y potencialmente subversivo: el usuario de las formas. La cultura D J niega la oposición binaria entre la proposición del emisor y la participación de! receptor, que está en el centro de muchos debates del arte moderno. El trabajo de un DJ consiste en la concepción de un encadenamiento dentro del cual las obras se deslicen unas en otras, representando al mismo tiempo un producto, una herramienta y un soporte. El productor no es más que un simple emisor para el siguiente productor, y todo artista se mueve en lo sucesivo dentro de una red de formas contiguas que se encastran hasta el infinito. El producto puede servir para hacer una obra, la obra puede volver a ser un objeto; se instaura una rotación determinada por el uso que se hace de las formas.
   Angela Bulloch: "Cuando Donald Judd hacía muebles, siempre decía algo así como: una silla no es una escultura porque no se la puede ver cuando uno está sentado encima. De modo que su valor funcional le impide ser un objeto de arte., pero pienso que eso no tiene ningún sentido”.
   La cualidad de una obra depende de la trayectoria que describe dentro del paisaje cultural. Elabora un encadenamiento entre formas, signos e imágenes.
   El recorte aparece como la figura principal de la cultura contemporánea: incrustaciones de la iconografía popular en el sistema del gran arte, descontextualización del objeto hecho en serie, desplazamiento de las obras del repertorio canónico hacia contextos triviales…
   El arte del siglo veinte es un arte del montaje (la sucesión de imágenes) y del recorte (la superposición de imágenes).